A partir de unos referentes que hay que buscar en el post-hardcore y en el sonido de sellos como Dischord o, los más próximos, BCore y SAÏM, han convertido en virtud la doble insularidad —provienen de Portocolom, Mallorca, esto es, de una isla dentro de una isla— y dan forma a un canto a la fuerza catártica de la derrota construido a partir de ocho himnos inapelables que, además, defienden en directo con un nervio y una contundencia fanática y casi inhumana.