Nautilus Lab es una instalación sonora viva. Su sonoridad proviene de 24 tubos de metacrilado llenos de agua, a donde se envía aire con compresores que generan burbujas. Hidrófonos y micros procesan y amplifican el sonido. La pieza funciona a partir de tres modos distintos: el modo ‘generativo’, en que la instalación funciona como una escultura sonora autónoma; el modo ‘play', en que se convierte en un instrumento que el visitante puede tocar, y el modo ‘demo’, en que en dos minutos hace una demostración de todo su potencial. Visualmente el sonido se traduce mediante algoritmos hacia luces leds que generan distintos ambientes lumínicos según las armonías.